martes, 19 de febrero de 2013

Los mordiscos en la escuela


Morder en la guardería, de vez en cuando, forma parte del desarrollo normal del niño, pero cuando el bebé o el niño lo hace de forma persistente, puede ser motivo de preocupación, tanto para los padres como para los educadores. Los mordiscos de los bebés y niños son muy dolorosos para el que los recibe y, además, puede provocar conflictos entre los compañeros. Los niños, una vez que han sufrido repetidas agresiones, tienden a rehusar la cercanía del niño que muerde y terminan aislándolo del grupo. Para poner fin a este tipo de conducta, el primer paso es saber por qué lo hace.

Causas de los mordiscos de los niños y bebés



Los bebés utilizan su boca para explorar, para aprender más sobre su mundo y para relacionarse. 

Desconocen el dolor ajeno y carecen de autodominio: actúan por impulsos. Tan pronto muerden porque están alegres, como porque quieren conocer los objetos o necesitan aliviar el dolor de sus encías. El caso de los niños de 1 a 3 años es diferente. A esta edad se tienen que ir incorporando a la vida en colectividad, pero aún no suelen poseer el lenguaje necesario, ni tener las habilidades sociales suficientes para poder comunicarse y hacerse respetar. Morder es una manera rápida de conseguir un juguete o de llamar la atención. También utilizan este recurso cuando experimentan situaciones que les causan estrés o frustración, como, por ejemplo, un entorno desconocido, tener hambre, el nacimiento de un hermano o sentirse agredidos. Otros niños muerden, sencillamente, por imitación.

En la edad preescolar los mordiscos dejan de ser frecuentes. A veces pueden recurrir a este arma para controlar una situación, como autodefensa, para llamar la atención o por una gran frustración o enfado. Pero si a esta edad, un niño muerde de forma persistente, puede reflejar problemas emocionales o de comportamiento, ya que posee las habilidades suficientes para poder expresar sus necesidades y sentimientos sin morder. Es posible que su conducta sea un reflejo de problemas de relación social con otros niños a los que no se quiere someter, el resultado de una disciplina excesiva o severa o una consecuencia de su experiencia como testigo o víctima de acciones de violencia física.

Cómo evitar que los niños muerdan a sus compañeros

Aunque el problema de los mordiscos es normal, no debemos resignarnos a “sufrirlos” con la esperanza de que desaparecerán con el tiempo, porque en muchos casos no es así. Hay que estudiar cuáles son las situaciones en las que existe mayor riesgo y debemos tratar de anticiparnos para reducir los comportamientos no deseados.

- Si al niño le están saliendo los dientes o está en una fase de exploración, hay que proporcionarle gran variedad de juguetes y cosas que pueda morder para calmarse (mordedores, galletas, zanahorias frías…).
- Si dos niños se suelen pelear a menudo por un mismo juguete, podemos comprar más ejemplares para que jueguen simultáneamente.
- Si suele morder cuando tiene hambre o está cansado, se puede acortar el tiempo de juego para que coma antes y pueda descansar.
- Si muerde para llamar la atención, se debería pasar un poco más de tiempo con él, pero siempre haciendo una actividad positiva (leer un cuento, jugar a la pelota…), nunca como consecuencia de haber mordido. Hay que evitar que el grupo de juego se aburra, esté nervioso en exceso o sea demasiado numeroso. Y, por supuesto, estar lo suficientemente atentos y cercanos para poder intervenir con rapidez en caso necesario.

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